viernes, enero 19, 2007

Qué difícil es ser hombre I: Cuando tienes ganas de mear y has sufrido una erección espontánea

Buenos días a todos, pequeños amiguitos.
Con este artículo quisiera abrir una serie, que probablemente constará de un único episodio o a lo mejor cuenta con varios, sobre las tremendas dificultades a las que se enfrenta el macho del "homo erectus" (en adelante erectus para abreviar) en su vida cotidiana.

Comenzamos nuestro repaso a este cúmulo de dificultades diarias desde lo más básico, el principio anodino mañanero, la primera dificultad del erectus durante toda su vida desde la pubertad hasta que la próstata lo permita: mear cada día al levantarse.

Todos conocemos el efecto que las erecciones espontáneas sufren en la vida diaria del erectus y más adelante les dedicaremos un capítulo completo de esta serie explicando cómo pueden llegar a arruinar su vida. El caso es que cuando dichas erecciones espontáneas, bien debidas a la oxigenación del cuerpo cavernoso durante las fases REM, conocido como Tremporum mañanorum o a cualquiera de las miles de causas que pueden producirlas se combinan con una necesidad primaria orgánica como es el evacuar el líquido sobrante en el organismo, el erectus se ve en la tesitura de ideas diversos métodos que le permitan satisfacer su necesidad sin mearse completamente por encima ni por las paredes y suelos de un retrete, lo cual con toda probabilidad le llevará a agrias disputas con la hembra que haya tomado dicho retrete como su territorio.

Enfocaremos el estudio de las tácticas desde primera persona, aceptando nuestra condición de erectus y evaluando las situaciones en las que cada una de ellas resulta más útil y cómo afrontar sus realizaciones; algunas de las técnicas más utilizadas, aunque no todas, son las siguientes:

Por (contra) mis cojones: Técnica basada en la fuerza bruta y la tolerancia al dolor. Rápida y eficaz, consiste en presionar el rabo hacia abajo hasta alcanzar un ángulo correcto que permita la evacuación sin riesgos para la loza. Como mayores inconvenientes el hecho de que puedas aplastarte un testículo aventurero con el miembro y la importante concentración que debe ponerse en la técnica de principio a fin para evitar que el miembro se libere de la presa, meándolo todo en un ángulo de abertura de 2R/(s-1)^2 (siendo s el tamaño del rabo). Técnica favorita de los ejecutivos, los masoquistas (quienes habitualmente extraen ambos testículos para oprimirlos con violencia) y, en general, la gente que tiene prisa por mear. Poco recomendable en situaciones donde el objetivo sea una limpieza absoluta en la ejecución debido a su alto riesgo de error, nótese que, debido a la fuerza ejercida hacia abajo, el chorro se expulsa con mayor presión y se pueden producir extraños efectos en el chorro final (ver documentación sobre dinámica de fluidos para ejemplos) que indefectiblemente llevarán a goteos al rededor de la taza.

Basket: Siguiendo el curso natural del organismo, el erectus en este caso opta por orinar con el miembro apuntando al techo, sin ejercer la más mínima presión sobre él y regulando la fuerza sobre los esfínteres para producir una correcta parábola que culmine con un sonoro enceste. Técnica extremadamente difícil de ejecutar y de alto riesgo, nuevamente el control sobre el miembro debe ser constante, cualquier variación en el ángulo calculado puede terminar encharcando el suelo. En este caso, además, un conocimiento sobre la propia capacidad de expulsión es necesaria, para evitar que una pérdida de presión a media meada reduzca el ángulo de la parábola llevándonos a mearnos los zapatos. Muy utilizada en los bares nocturnos, sobretodo cuando el suelo próximo a la taza desaconseja una aproximación táctica a la misma. La práctica puede llevar a convertir esta táctica en una de las más seguras y eficientes, además de poseer una inherente belleza plástica. Los expertos incluso pueden realizar efectos y tiros intermitentes.

Cooldown: Esta táctica garantiza el éxito pero requiere de un cierto tiempo para su ejecución, simplemente consiste en esperar a que la erección espontánea se desvanezca, procediendo al orinado tras alcanzar la fase de flaccidez. El inconveniente evidente de esta táctica es la espera, evidentemente hay situaciones en las que uno bien puede tomarse un par de minutitos antes de cambiar el agua al canario; sin embargo, en otras, la necesidad es tan perentoria que dicha espera se puede volver eterna y llevarnos a adelantarnos a la fase de flaccidez, disparando durante la fase morcillona y produciendo inevitables daños en la loza al no estar preparados para acometer otra táctica. También el tipo de erección espontánea influye, dado que no es lo mismo un Temprorum mañanorum que desaparecerá tras un par de bostezos que un Efecto Hertzigova el cual no desaparecerá fácilmente. Para esas erecciones rebeldes, o cuando no se dispone del tiempo suficiente, se han desarrollado dos especializaciones de la táctica Cooldown.

Global Cooldown: Esta táctica consiste en utilizar un refrigerante líquido, preferiblemente agua del lavamanos, para mojar el miembro erecto y producir un efecto de vasoconstricción que acelere el proceso. Desaconsejable cuando hay restricciones o no se dispone de agua a mano, diferentes pruebas empíricas con mermelada de la nevera, crema para las manos, desodorante en spray, acetona y líquido desmaquillante han desaconsejado el uso de refrigerantes no basados en el dióxido de hidrógeno (H2O); el 75% de dichos refrigerantes alternativos han resultado producir efectos dolorosos y molestos sobre el miembro viril, mientras que el 25% restante produce un efecto contrario al deseado; afortunadamente en esos casos aún se dispondría de la segunda especialización de la técnica:

Manual Cooldown: Tan sencillo como pelársela antes de mear, muerto el perro se acabó la rabia. Tras la eyaculación se alcanza un estado de relajación que permite el orinado con seguridad, si bien normalmente el efecto no alcanza la flaccidez deseable y debemos conformarnos con un cuasi amorcillamiento poco recomendable; esta es, en definitiva, una técnica satisfactoria pero lenta y poco útil para casos donde el tiempo sea un factor crucial.

Like a Virgin: Esta técnica deriva del Por mis cojones aunque incorpora un nuevo enfoque, consistente en sentarse en la taza y orinar en la misma postura utilizada para las aguas mayores. Evidentemente sigue siendo necesario efectuar presión contra los testículos para poder introducir el pene en un ángulo que impida las salpicaduras. La efectividad de esta táctica es muy elevada, ya que independientemente del nivel de presión en el chorro y de la atención puesta en el manejo del aparato se conseguirá una micción limpia y sin salpicaduras externas. Existen pese a todo riesgos en la ejecución, ya que una pérdida momentánea del control sobre el rabo producirá una liberación y efecto palanca ya conocidos del método Por mis cojones, pero con efectos más devastadores, ya que en los casos en los que s sea superior a la distancia de los testículos al borde de la tapa intersticial, nos golpearemos la minga contra ella y, en el caso de s sea inferior o no hayamos utilizado la tapa intersticial, la chorra se saldrá hacia fuera de la taza como si de un títere en un teatro de marionetas se tratara.

Ebro´s Junction: Técnica de dudosa reputación en la que se utiliza un recipiente intermedio para el trasvase; normalmente se recurre a botellas vacías de champú o el vaso para los enjuagues bucales, que por su reducido tamaño y fácil manejo pueden utilizarse para escanciar sobre ellos sin pérdidas de líquido pese al ángulo incómodo, pudiendo ser vertido el resultado en la taza con seguridad. Por evidentes razones de higiene, esta táctica es altamente desaconsejable salvo en casa de una ex, donde no necesitaremos de una erección espontánea para llevarla a cabo, procediendo sistemáticamente a mearnos en sus champús y colonias, y a meternos su cepillo de dientes por el culo; aunque este tipo de tácticas caen fuera del ámbito del estudio y serán retomadas en otro capítulo de la serie.

Reverse Total Extreme Basket and a Grind: Táctica suprema de elevadísima dificultad y un enorme factor riesgo que, puede sin embargo resultar muy espectacular y arrancar aplausos del público si lo hubiere. Consiste en, una vez extraida la churra, proceder a una inversión total del propio organismo, colocándose de cara al retrete haciendo el pino y aprovechando la inversión del ángulo de erección para apuntar directamente al señor roca y mear en una acrobacia digna del Cirque du Soleil. Las dificultades inherentes resultan obvias, no sólo hay que hacer el pino estando empalmado, lo cual resulta complejo ya que la sangre se aglutina en dos únicas zonas del organismo, pudiendo llevarnos a un fallo hepático o renal, sino que además, es necesario apuntar a ciegas (de no contar con un ayudante que, mediante el hábil uso de un espejo nos ofrezca una perspectiva del disparo) y necesitaremos de un equilibrio firme durante toda la ejecución, ya que el más mínimo temblor puede desembocar en que nos meemos en la cara. Con todo, quien llega a dominar esta técnica puede hacer las delicias de un grupo de ociosos amiguetes, y convertir cualquier erección en una fiesta.

Existen muchas más tácticas, por supuesto, prácticamente cada erectus desarrolla su propia técnica para reaccionar ante estas situaciones, y yo invito a todos los lectores de este estudio a añadir sus propias experiencias y compartir su sabiduría frente a las dificultades que aquejan nuestras vidas.

viernes, enero 05, 2007

Subconsciencia inherente

Comenzaba yo unos días atrás a fustigarme por no haber escrito nada en los últimos meses, y, mientras me proponía no proponerme la activación del blog como propósito propuesto por año nuevo, caí en la cuenta de que no es que yo no escribiera con la frecuencia deseada, sino que mi subconsciente, ese pequeño cabrón ignoto que todos llevamos dentro, me impulsa hacia la vagancia más desmedida.

Es curioso cómo funciona el organismo, tenemos una enorme central químico-nuclear controlada por un puñado de directivos que se encargan de centralizar todo el trabajo pesado. Ahí, en ese enorme despacho multinacional que es el cerebro, desarrollan su dura labor el yo consciente, el supraego, el id y un montón de personalidades y características que un sociólogo podría describiros mejor que yo. Pero el mejor de todos, al que menos caso hacemos y que más peligro tiene, es él, nuestro amigo, el subconsciente.

Es, por continuar con la metáfora de la industria, como si tuviésemos en la junta directiva un empleado autista: nadie sabe muy bien cómo es, cómo coño ha llegado a un puesto tan alto ni por qué lleva pajarita, nadie ha hablado nunca con él, generalmente se le mira por encima del hombro mientras camina del ascensor a su puesto y de ahí al microondas o al retrete, siempre en silencio, siempre absorto en sus pensamientos, en el fondo a todos les da un poco de miedo y a algunos, incluso repelús. Lo jodido del asunto es que el resto de directivos de nuestro cerebro le dan las llaves de todo el edificio para que lo controle los fines de semana cuando ellos se van; y ese es el problema, que le hemos dado acceso total a una central quimico-nuclear a un tipo que es un psicópata en potencia.

Cuando menos te lo esperas, el entrañable chico que se pasa las horas muertas después de comer jugando con un cubo de rubick, encuentra las llaves en el bolsillo y decide darse un paseo por alguno de los centros de control más divertidos, y a veces encuentra cosas que le divierten y empieza a pasarse por allí de vez en cuando.

Pongamos por ejemplo las fobias, una de mis reacciones subconscientes favoritas. Situación totalmente anodina de sábado resacoso por la mañana: ves una araña en el suelo del baño. Automáticamente tu yo consciente reaccionaría enviando señales del siguiente tipo: "Artrópodo de pequeño tamaño, probablemente insectívoro, dotado de 8 extremidades motoras; genera construcciones de seda con fines depredadores..."
Sin embargo, en algunos casos, nuestro amigo el autista les tiene miedo a las arañas, y en el momento en el que se recibe el aviso de que estamos viendo una, se pega una carrera hasta el centro neurálgico que le quede más a mano y comienza a sobreescribir las señales del yo consciente con las suyas propias, que suelen ser algo así como: "¡¡¡¡AAAAARGGGHHHHHHH!!! ¡¡Quítamela quítamela quítamela quítamela, que me sube por los brazooooooss!!". Es fantástico cómo una reacción involuntaria del organismo puede hacer que una niña de 8 años te mire con condescendiente superioridad.

Pero claro, las cosas no quedan ahí, el autista no sólo es un cagón que te puede dejar catatónico cuando intentas cruzar un puente o cuando se cierra la puerta del ascensor, resulta que el muy cabrón también es un rijoso de cuidado que te hace proferir las palabras más inadecuadas en el peor de los momentos. ¿Nunca os habéis encontrado en esta típica situación en la que, tras media hora de sesuda disertación sobre el poeta favorito de la chica que llevas un mes acechando cual guepardo de los páramos, ante una pregunta tan simple e inocente como "Voy a la barra, ¿quieres tomar algo?" vuestra boca, por razones que desconocéis ha respondido: "Tetas" con el mismo tono de voz que se pronuncia "Café solo, gracias"? Desconozco si la psique femenina tendrá este mismo defecto, pero estoy seguro que la mayoría de los cromosoma XY que me leen en estos momentos asentirán en sobrecogedor silencio. Pues sí amigos, el culpable de todo es el subsconciente, que llevaba los últimos veinte minutos de la conversación cascándosela con la foto de la chica en cuestión desnuda, esa que se almacena en el disco duro de la imaginación generalmente unos 3 segundos después de conocerla.

Y hay muchas más situaciones en las que el subconsciente nos jode la existencia; ahí tenéis la gente que grita nombres equivocados durante el orgasmo; la peña que siempre pide las hamburguesas completas pero odia los pepinillos; aquel joven alcoholizado que sigue pidiendo cervezas bar tras bar aunque hace tres horas que ha jurado que es la última; los operarios que te ponen gasolina en el coche pese a que les has dicho nítidamente "DIESEL"; los programadores de contenidos de telecinco, que llevan tres años intentando programar algo que no sea Gran Hermano ni Operación Triunfo sin conseguirlo; o tantos y tantos políticos que intentan hacer su trabajo con honradez y profesionalidad; todos, sin excepción, traicionados por el subconsciente.

Así que, amigos, no cedáis a la tentación de permitir a vuestro cerebro guiar los pasos que dáis en stand by, metedle un meneo al autista y activad todas las funcionalidades del cerebro. Yo, por mi parte, prometo darle una patada en el culo y escribir aquí con cierta regularidad (vamos, una vez por semana y me doy con un canto en los dientes... aunque nunca se sabe...)